La primera, el amor a Jesucristo y su madre. La segunda, el marista es alguien que se compromete y ama siempre el trabajo bien hecho. La tercera, “el marista auténtico ama el deporte en todas sus manifestaciones, pues sabe que, a la manera de los sabios de la antigüedad, una mente y un espíritu sano sólo pueden habitar en un cuerpo activo y pleno de vitalidad.” Luego se dio inicio al ingreso de las diferentes delegaciones acompañadas por los ritmos marciales del orfeón juvenil de la ciudad de Molina dirigidos por el profesor Sr. Carlos Ruz. El saludo fraternal de bienvenida fue pronunciado por la rectora del colegio anfitrión, Sra. Marcela Hormazábal Cruz quien destacó la clásica inscripción de los juegos olímpicos griegos "citius,altius, fortius" (citius, más rápido, como consigna de las carreras atléticas; altius, más alto y fortius, más fuerte). Posteriormente el Vicerrector del Santuario del Carmen bendijo a todos los presentes. Una obra musical que fundió en su estructura a la danza, la música y la escenografía nos dio cuenta de una leyenda muy antigua (“la leyenda del círculo de fuego”) donde el caos se enseñoreaba sobre el cosmos y donde los dioses crearon una fortaleza sagrada para proteger al hombre de las sombras. Sin embargo el hombre abandonó –por ansias de poder- los lazos que les unían. Un mensaje que promueve la necesidad de buscar el secreto del fuego, es decir, fuego que se alimenta con la energía de la fraternidad y la unión para poder triunfar forjando siempre la amistad profunda y el amor sincero. El destacado arquero y ex seleccionado nacional Nelson Tapia Ríos tomó juramento a los deportistas. A continuación, las palabras del Hermano y Vicario Mariano Varona nos hablaron de los sueños que siempre son posible de alcanzar en buena lid. La antorcha olímpica fue portada por la atleta curicana, ex campeona en los 1500 y 3000 metros planos, Alejandra Ramos. Una hermosa jornada que abrió una semana distinta: la de los XXIII juegos deportivos.